El Ingeniero de repente dejó de escuchar radio. Yo lo miro y le pregunto qué pasó, porque estaba tan serio, una seriedad tan quieta.
-Me llegó un mensage que Alex murió.
-¿Alex? ¿Alex ANDINO?
-SÃ.
Y ese silencio...
-De un paro respiratorio.
HacÃa años que sabÃa que Alex padecÃa de asma. Una vez se puso tan mal que estuvo hospitalizado y luego, como que no se acordaba muy bien la letra de sus canciones. Pero cantabaaaaa! Esa voz, como voz de ángel en la tierra. Una voz pura, fuerte, que uno podÃa disfrutar porque afinaba con perfección. No me acuerdo de una sola vez haberlo oÃdo desafinar, y ellos a veces ensayaban aquà en casa.
Más o menos para el 1996, nuestra iglesia se quedó sin pastor. El co-pastor esta pastoreando lo mejor que podÃa, dado a que tenÃa su famila y dos negocios. Como cuerpo estábamos atónitos y pasmados y adoloridos... y calladitos.
Eddie le pidió a Alex que viniera a cantar. Cuando llegó, salimos a recibirlo y el loco ese dijo que se iba a meter por atrás y que no le dijéramos a NADIE quién era. Se habÃa aparecido con un sombrero rasta que tenÃa los "dread locks" por los lados, entró con un acento jamaquino, medio encorvado, con su guitarra, no me acuerdo si ese dÃa estaba Sori, me imagino que sà porque ellos eran inseparables, y entonces empezó a cantar.
Ni siquiera José Luis sabÃa quién era hasta que salió de su boca la primera nota clara, diáfana, pura, y nos echamos a reir al ver las expresiones en las caras de nuestros hermanos... Qué lástima no tener una cámara para capturar ese momento.
Y Dios nos sanó. Ese dÃa, amados, aprendimos que a Dios le gusta la alegrÃa, que le gustan los chistes, y de repente, esa pequeña iglesia en la esquina estaba "all right." Todo iba a estar bien porque Dios no nos habÃa abandonado. Dios usó a Alex para sanar a Su pueblo. No sé a cuántas personas habrá tocado con su humor y canción.
En una estoy tejiendo (crochet) y Alex se echó a reÃr. Por supuesto lo miré mal pues porque sÃ. Levanté una ceja y él nos dice que se estaba imaginado cómo serÃamos, Eddie y yo, viejitos, y yo tejiendo en el balcón mientra me reÃa de los chistes de Eddie. Yo volvà a mirarlo mal, pero aquà estoy, Alex, y los fines de semanas cuando Eddie se sienta a leer en el balcón, a menudo yo lo acompaño, y sÃ, estoy tejiendo...
No voy a decir "Descansa en paz".
Descansa en el Señor, Alex, que estás con el Señor...
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